martes, 21 de febrero de 2012

La droga es inocente


Soy afortunada por el magnífico padre que tengo, lo admiro muchísimo y escribiría cientos de páginas hablando de sus logros y sus virtudes, pero lo que aquí interesa es su capacidad de escuchar: lo que está pasando en México nos ha llevado a tener varias pláticas acerca de las drogas y las adicciones en general, no ha sido sencillo porque obviamente crecimos en circunstancias muy distintas y él, hace más de treinta años decidió dejar de beber alcohol porque se dio cuenta de que su vida estaba en peligro, habiendo logrado mantenerse sobrio desde entonces.

Ahora que se discute la legalización de las drogas (dejando de lado el que portarla para consumo personal no es delito, pues la producción y comercio lo sigue siendo) algunos de los mexicanos que nunca se han cuestionado la prohibición de esos productos empiezan a mirar hacia la propuesta de legalizar totalmente, en primer término la mariguana y con un poco menos de fuerza, el resto de las drogas.

Esta discusión encuentra un tope cuando se trata de los daños totalmente verificables que un ser humano puede hacerse usando drogas. Nadie quiere que su hijo, su padre o su hermano se vea de ninguna manera perjudicado por el consumo de drogas, ni legales ni ilegales. Pero además ningún buen ciudadano está dispuesto a soportar que un familiar o amigo suyo se vea relacionado con la masa informe de connotaciones que tiene el consumo de la droga ilegal: delincuencia, maldad, inconsciencia, irresponsabilidad, miseria…

En cuanto a lo primero, yo he insistido por años en que mi relación con el alcohol es diferente a la de mi padre, porque yo no busco hacerme daño, pero después de dedicarle unas horas a hablar del asunto, puedo pensar que tal vez no seamos tan diferentes, y no es que en mi consumo de alcohol haya una intención subconsciente de dañar mi salud, sino que en el fondo, lo que buscamos es, como bien apunta mi padre, la evasión de una realidad con la que no estamos conformes.

Es verdad, aunque yo prefiero no llamarle una evasión sino un cambio de punto de vista. Parecerá un eufemismo, pero no veo porqué nombrar con esa carga de irresponsabilidad y debilidad a mis intentos – a veces exitosos, otras no – de recordar que mis preocupaciones no son tan graves como me parecen en principio, que mis problemas tienen solución y para intentar esa solución necesito paciencia. No todos los problemas tienen solución, y esto también puede ser difícil de aceptar, pero ese no es el tema.

Al faltarnos información sobre el consumo de las drogas, y al negarnos una reflexión al respecto, hemos dejado en la ignorancia a los que han recurrido a cualquier medio de “evasión”, legal o no legal, para sobrellevar su vida. De manera que el mundo está lleno de personas que terminan “evadiendo” compulsivamente, ya sea con mariguana o con cocaína, o con alcohol o con música, con comida, con cocina, con deportes, televisión, redes sociales, compras, con apuestas, con “arte taurino”, con cualquier afición llevada al culto, o con el suicidio.

Todo eso sirve a los humanos para evadirse, pero todas esas cosas ni juntas resolverían nuestros problemas. Vamos dividiendo los efectos de las drogas y el uso que les damos, y empecemos por aclarar que nuestro problema con las drogas es que la enajenación es más evidente pues el uso de droga tiende a considerarse enajenado siempre. 

El que usa drogas es identificado como un ser humano y un ciudadano de segunda, porque renuncia a las convenciones sociales de lo que somos, lo que queremos ser como sociedad. Pierde su dignidad porque ante todos pierde su “derecho legítimo” a decidir incluso sobre sí mismo, y sus opiniones no cuentan, “no se puede contar con él”, es relegado y discriminado.

Así fue por muchos años y así sigue siendo en la mente y en la vida de muchos mexicanos, ¿pero cuándo aceptamos estas convenciones?, ¿quién nos avisó que al aceptarlas, perdemos derecho a estar inconformes con la realidad o con la percepción individual que tenemos de ella?, ¿en qué medida el efecto de cada droga afecta la idea de sociedad que la gente alrededor del que consume busca? La verdad es que no conocemos los efectos de las drogas como para reprobarlos; conocemos el abuso, pero el consumo en sí lo marginamos y lo ignoramos del todo: oficialmente, en esta sociedad no se estudian los efectos positivos de las drogas que ahora son ilegales y no existe una noción de su consumo responsable.

Pero el que lo ignoremos no quiere decir que no existe, y ahora la droga es un problema porque en vez de conocer, nos hemos formado en el desconocimiento. Los problemas de la sociedad no se resuelven con drogas, no; los problemas de una persona no se resuelven con drogas, también es cierto, pero el derecho a pensar distinto lo tenemos todos y deberíamos también tener derecho a conocer y decidir la forma en que hemos de divertirnos, recrearnos, pensar y comunicarnos sin dañar a los demás y a nuestra propia vida, sin que nuestras aficiones impliquen un negocio sucio y sin que la marginación nos lleve a la confusión de asumirnos débiles, malos seres humanos e indignos de pensar, de hablar, de trabajar y de superar nuestros problemas.