La forma en que se dio el rechazo a Enrique Peña Nieto en la
Ibero, que sí fue violenta; además de concretar ese rechazo implica la urgencia
de los nuevos ciudadanos de entrar en el diálogo sin las coartadas de nuestro
sistema: sin las cortesías, eufemismos, silencios e hipocresías de los periodistas
que fungimos como intermediarios entre la gente y los servidores públicos.
El mensaje de los estudiantes fue claro y contundente: “no a
la candidatura de Enrique Peña Nieto”, pero al emitirlo, los jóvenes explotaron
en contra de lo que casi todo México identifica como la política.
¿La política?, no: códigos que embadurnan la verdad hasta
hacerla irreconocible, farsa mediática que a todos los mexicanos nos cuesta en
millones y millones de dólares , modelo desnudista que se hace pasar por
ignorante, IFE que prefiere asumirse inepto antes que ser descubierto en su
corrupción, y ese productor televisivo que se dice engañado por una edecán
exhibicionista y abusiva.
Los estudiantes de la Ibero,
rompieron la burbuja que cobija el discurso de los representantes políticos, abrieron
una puerta a la vista de todo México y esto seguramente va a trastocar la
comunicación política.
La información necesaria
para emitir un voto en un estado democrático como el que se nos ha vendido y
ahora estamos persiguiendo, es imposible de recibirse en una campaña electoral,
porque la mayoría de los mexicanos carecemos de la educación, la libertad de
expresión y la paz que permitirían leer y responder críticamente los mensajes
de quienes pretenden representarnos.
Hace quince años un
candidato a la presidencia fue asesinado en pleno acto de campaña, y ahora que
el poder es peleado entre fuerzas económicas incluso ilegales como la del
narcotráfico, no podemos fingir que somos libres de elegir y que nuestras
elecciones son una “fiesta de la democracia”.
Nuestra democracia no está
en pañales, la metáfora resulta pusilánime e incorrecta, porque acaso está en
nuestras mentes, se vislumbra en sucesos como el de la Ibero, en algunos
ejercicios periodísticos que a veces pasan por la cárcel y otras van a la
tumba; y no es un patrimonio exclusivo del IFE ni de las campañas ni del acto
voluntario e individual de votar o no votar.
A partir de ahora no nada
más Enrique Peña Nieto y su partido están sujetos a esta forma de diálogo que
nace en México: todos los candidatos y todos los políticos tienen que aprender
que el poder no es suyo y que la política no se finge.